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"Llama de Amor Viva"
Caracas.
A objeto de continuar con el ciclo de conferencias programadas por la Escuela de la Mística Carmelitana para el estudio de la vida y obra de Santa Teresa de Jesús, se llevó a cabo el pasado 17 de Mayo, en el Monasterio de las Hermanas Carmelitas, un nuevo encuentro que congregó a un grupo de laicos amigos del Carmelo y religiosas Carmelitas.
"Llama de Amor Viva"
Caracas.
Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero |
A objeto de continuar con el ciclo de conferencias programadas por la Escuela de la Mística Carmelitana para el estudio de la vida y obra de Santa Teresa de Jesús, se llevó a cabo el pasado 17 de Mayo, en el Monasterio de las Hermanas Carmelitas, un nuevo encuentro que congregó a un grupo de laicos amigos del Carmelo y religiosas Carmelitas.
La Madre Anny de los Ángeles, en nombre de la Escuela, dió la bienvenida a la Lic. Checira Monsalve, ocds, perteneciente a la Comunidad de Barquisimeto y le agradeció su gesto de solidaridad con la Escuela de la Mística de Caracas "al estar aquí para compartir sus conocimientos sobre la espiritualidad del Carmelo que el Espíritu le regaló a Teresa".
En alusión a la presentación del Taller a desarrollarse con el sugestivo título; "Poemas y Exclamaciones", la Madre Superiora acotó que Checira: "viene a provocar, a seducir, a estremecer nuestra propia experiencia desde la experiencia de Teresa y nos hace preguntarnos: por dónde ando? adónde estoy? en mi relación con Dios..."
¡Vivo sin vivir en mi! poema cumbre que escribió Santa Teresa de Jesús en 1577 fue el tema central de la ponencia.
Sobre la genial composición poética, su fuente, fechas, estudio de la misma por autores contemporáneos, tiempos psicológicos etc. y con conocimiento de causa, la Facilitadora hizo un interesante análisis sobre el "matrimonio espiritual".
Teresa sobresale como poeta mística tanto en prosa como en verso, aunque la producción literaria de este último género fue menos abundante.
Estudiosos de la lírica de Teresa, consideran que la calidad estilística de su obra presenta rasgos peculiares de excelencia que rayan en la genialidad.
La lírica teresiana nos lleva de manera fervorosa y sencilla al Señor, nos conduce desde su amor místico al amor santo. Su alma vibra al son de la vida de Dios, porque es la fuerza del espíritu teresiano la que impregna su poesía.
Teresa llegó a afirmar que "aun para los contemplativos la vida sería intolerable si no existiese la poesía".
Entre sus poesías destaca en particular el poema objeto de este estudio, pleno de inspiración y contenido místico.
En él, Teresa ve en la muerte la vida verdadera, la dicha suprema.
"Es una muerte de amor, el amor hiere con tal fuerza que suscita deseos de morir" (Gal 2) (Flp 1, 21-23).
Sin ser depresiva y en una aparente contradicción,
-ya que fue una mujer llena de vida- habla en este poema del morir como un gran bien que se desea, se ama, se acaricia, se anhela. En todo lo que hace, dice y escribe, se desprende poesía, amor, pasión, humor, transparencia.
Teresa en su fe inamovible, guarda la firme convicción de que su Castillo está habitado por La Trinidad, convencida que más allá de la noche incierta la aguarda un eterno paraíso de dicha y plenitud.
Los versos de Teresa representan la unión con Dios, porque están llenos de amor y verdad.
Al final de la jornada, Checira hizo un rápido recorrido por las Exclamaciones (17), o meditaciones, 'o soliloquios del alma a su Dios', inspirados a Teresa, en la Palabra de Dios, en los Salmos, Evangelios, Apocalípsis, el Cantar de los Cantares, Cartas de San Pablo y San Pedro etc.
Las Exclamaciones, llamadas así por Teresa, consisten en oraciones, experiencias espontáneas, un salterio íntimo, un ideario o camino particular, que la Santa escribió en diferentes días, conforme a lo que el espíritu le comunicaba después de la comunión.
Hoy en día toda la humanidad lee a la Doctora de la Iglesia Santa Teresa de Jesús, mujer, mística y escritora en "tiempos recios".
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¡Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero, porque no muero.
Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
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